Leo Mateos está radiante en la oficina de Marxophone en la Gran Vía de Madrid. Queda claro que necesitaba una “liberación” expresiva. “Cassette para los niños” es un proyecto personal en sentido literal: Todos los instrumentos a excepción de unas baterías y algunas programaciones fueron grabados por Leo en los estudios Reno, a donde llegó después de desarrollar las programaciones en casa. El primer single, “Naves dormidas”, con sus festivos sintetizadores y ritmo infeccioso, es la perfecta carta de presentación de un disco más inspirado por nombres contemporáneos como John Maus o Metronomy que por nostalgias de los ochenta y cuyo título evocador y portada aluden a esa luminosidad asociada a la infancia y la inocencia..
El disco es un cambio radical en todos los sentidos, respecto a lo que has hecho con Nudozurdo.
He vivido momentos de vértigo. Me preguntaba a mí mismo qué estaba pasando. Un poco el miedo al salto al vacío, de hacer algo muy diferente y que en principio no se espera de ti, pero me respondía a mí mismo que me gustaba y lo disfrutaba, por lo que no había ningún problema. Estoy muy contento aunque ha sido un poco locura: Nunca había hecho esto de llegar a un estudio y grabar pista por pista, pero ésta era la idea desde el principio. Me apetecía mucho salir de la dinámica de grupo, de local de ensayo. Al principio eran canciones para Nudozurdo, hasta que de repente me di cuenta de que se salían un poco, o totalmente, del rollo.
¿Por qué dices que necesitabas un cambio en la dinámica de grupo?
Para mí, el grupo siempre es duro. Es una dinámica complicada porque al final te tienes que poner de acuerdo con más personas y es algo que erosiona bastante. La gente está metida en esto no por el dinero sino porque le gusta mucho y todo el mundo tiene su opinión de cómo quiere hacer las cosas. Pero no ha sido sólo esto: De repente, escuchaba cosas diferentes y me apetecía abrir esta vía. Pero luego, en el estudio eché de menos ese ambiente tan agradable de estar con el grupo. Estaba solo con Karim (Bulkhalter, propietario de los estudios Reno) y era un poco extraño. Con un grupo, en un estudio a veces pasan cosas nuevas. Aquí llegaba todo tan predeterminado que fue más un ejercicio que algo creativo.
¿Y cómo llegaste a la electrónica?
La mezcla de programaciones y sintetizadores analógicos que me he ido comprando me fue dando este resultado según trabajaba en casa. Estaba harto de las guitarras y del “sonido rock”. Bueno, saturado…
¿Y tu interés por los sintetizadores analógicos?
No sé cómo pero me llegaron…Es realmente interesante, porque te llevan a otro sitio, te trasladan a otro escenario. Puedes estar haciendo los mismos acordes, pero la música suena completamente diferente. Ha sido como una escalera que me ha permitido ir a otro sitio en otra tesitura muy emocionante. Porque a veces te estancas en el mismo sonido. También he empezado a entender la importancia que han tenido los sintetizadores, lo especiales e interesantes que son. Son apasionantes. Respecto al cambio de guitarras por sintetizadores, imagino que es algo humano, llega un momento en que te cansas de un determinado sonido. Hay gente a la que no le pasa, y me parece muy bien. Yo quizá lo que echaba más de menos es el silencio. Lo que más me ha gustado del trabajo ha sido buscar los lugares donde no recargarlo todo. Con Nudozurdo tendemos a recargar el sonido y aquí he buscado más los detalles. Las guitarras son detalles muy pequeñitos. Hemos pasado del punto de tocar a negras como un tren, a arreglos, algo más...soul si se puede decir.
Lo que sí creo que es evidente es que la música es más luminosa que en Nudozurdo. ¿Lo buscaste deliberadamente?
Era deliberado y una necesidad. Me salió así y me apetecía. Andaba claramente detrás de las melodías en este disco. Y curiosamente, pensé que las letras iban a tener menos peso, pero ahora me doy cuenta de que no ha sido así. Me siento muy satisfecho de ellas porque aparentemente no tienen tanta carga emocional, pero he conseguido llegar a un sitio intermedio, diciendo lo que quiero (larga pausa) pero de otra manera. Sé que he encontrado algo nuevo con ellas, no sé exactamente qué. Mi idea original era ir con las letras a un lugar luminoso pero no ha sido así. Hay un contrapunto con las melodías. Puede que sean menos viscerales aunque siguen hablando de cosas que me preocupan.
Teniendo en cuenta la cantidad de músicos y artistas que se han pasado de las guitarras a los sintetizadores en los últimos años, ¿te daba miedo que te asimilaran a todo este revival de los 80 que ha vivido cierta música alternativa?
No me apetecía sonar a los 80, aunque sí es verdad que hay grupos de ahora que tienen ese toque. De reojo sí sabía que al utilizar sintetizadores y por primera vez -como les sucedió a los grupos de aquella década, que los usaban de forma muy sencilla-, tenía miedo de que sucediera, pero creo que el todo ha sido otra cosa.
Ahora llega el momento de presentar las canciones en directo. ¿Lo ves complicado?
Estoy en ese momento de decisión y está muy abierto todo, pero en principio, el formato será muy reducido y más sintético. Sobre todo, no quiero ir de momento a un gran despliegue, quiero ir a lo mínimo, con alguien más y lanzando cosas. Después, según veamos cómo funciona, podría meter más instrumentos, como una batería.
Sacas el disco con Marxophone, que es algo así como una cooperativa de artistas que se autoeditan. ¿Crees que es la mejor manera de hacerlo en este momento?
Es una aventura porque pones toda la pasta y arriesgas mucho. Quizá habría sido más sensato hacerlo con Nudozurdo, que ya está funcionando, pero vino así y me pareció bien. Creo que los grupos debemos saber cómo se hacen las cosas, todo el proceso. Hay mucha gente que se queja de algunos sellos, y quizá es el momento de tomar las riendas. Yo he visto todo el proceso del disco: Grabación, mezcla, masterización, fabricación, imprenta y me gusta porque de esta manera controlas el proceso. Con un sello muchas veces se te escapan cosas.
Por cierto, me sorprende que el disco salga exclusivamente en vinilo más descarga.
A mí me gusta mucho el vinilo, como a todos los que nos gusta la música. Después, claro, tienes que venderlos. Me hacía ilusión. La filosofía de Marxophone es ésa: Venta directa sin intermediarios, conciertos. Es una filosofía que comparto, ojalá se extendiera más.
¿Cómo crees que lo recibirán los seguidores de Nudozurdo?
No lo sé…pero no me preocupa. Es lo que tengo que hacer yo. Si lo entienden, estupendo. Si no es así, ¡qué pena! Te mentiría si te digo que no me importa, pero tengo que hacer lo que me apetece hacer.
Te lo pregunto porque me sorprendió mucho en vuestro último concierto en Madrid (Joy Eslava) lo variado que es vuestro público. No me parece nada fácil que hayáis conseguido llegar a gente diferente haciendo esa música tan personal.
Quiero pensar que tiene que ver con la honestidad, que es algo en lo que creemos que sale del corazón, pero habrá muchos que lo hagan y no les pase lo mismo. Hay un punto de integridad, de contar lo que te pasa realmente, y de esta manera hemos conectado. Lo echo mucho en falta, la verdad. Echo en falta eso y que la música se entienda más allá de lo estrictamente musical, es decir, que haya grupos que tengan una visión determinada del mundo, porque eso se traduce en música. Casi todos los grupos que me gustan lo tienen.
¿Hablas de personalidad?
No sé si es personalidad. Hay mucha gente que tiene personalidad y cuya música no acaba de cristalizar en algo que me interese. Quizá es más bien carácter, ideas concretas sobre las cosas. Gente que me cuente cómo ve la vida. En España lo echo de menos. Y hay pocos grupos que tengan en cuenta su “sonido”. Por eso hay muchos grupos que suenan parecidos. Fuera lo encuentro más.:
¿Acuario es un paréntesis, una aventura puntual? Lo digo porque hacerlo todo solo parece algo árido…
Pase lo que pase, me gustaría seguir haciendo discos de esta manera. Es verdad que ha sido un proceso un poco árido, lo que pasa es que como ha sido el primero, me lo he pasado muy bien. Pero en el futuro me gustaría colaborar más. Si no, corres el peligro de caer en un ensimismamiento y yo a veces caigo en la parte perfeccionista, lo que puede ser un poco alienante. Puedo estar dos días en bucle con algo y eso tampoco tiene sentido. He escuchado demasiado este disco. Lo puedo escuchar pero no me apetece y no es bueno llegar a ese punto. En directo es otra cosa, afortunadamente.
“Cassette para niños” llega y las ventas están como están. ¿Crees que la situación de la industria es aún más precaria ahora que cuando empezaste?
No lo sé, ¡es que desde que estoy metido en la música está igual de mal! La gente habla de los 90 como si fuera la panacea, y por lo que me cuentan, se apoyaba más a los grupos, había más inversión. Y siempre he pensado que en la última década ha habido muchos grupos que no han podido salir adelante porque no había dinero ni sellos ni nada y es un poco dramático, pero no tengo ni idea de cuál es la solución. Ésta (la autoedición) es una de ellas. Controlar los gastos, cómo funciona el disco, todo, cara a cara con la gente y poco a poco.
Estupenda la propuesta de Leo, un disco interesante que permite ser revisitado y crecer con cada nueva escucha. Sonido personal, tono melancólico pero constructivo, un ambiente personal del que bajo mi punto de vista es uno de los mejores letristas en castellano.
No consigo que me enganche. No puedo evitar compararlo con OBK, serán esos sintetizadores de los 80. No me convence en absoluto.