Repte

En ocasiones una crítica puede ser también un alegato y esta lo es. Desde estas mismas páginas reivindico la necesidad de aproximarse a este disco aunque el catalán pueda suponerles una barrera llena de prejuicios. Y digo todo esto porque el regreso de Paul Fuster a la tierra de sus padres, ha marcado un disco diferente, honesto y tan auténtico que nos recuerda que es así como debería ser la música, y en general, cualquier expresión artística que nace de las mismísimas entrañas de las emociones sin filtrar por el imperio del cerebro. Música veraz, desnuda, descarnada que parte del peculiar sonido de una guitarra acústica de cuerpo metálico construida por el propio músico a partir de la lavadora que tenía en Nueva York. Diez canciones con una unidad melódica poco corrientes que encajaría dentro de los parámetros del anti-folk, si es que eso todavía significa algo hoy en día. Y así, como el que no quiere la cosa, y con un catalán exento del corsé del purismo que en ocasiones ahoga la libertad creadora y comunicativa de una lengua minoritaria en constante amenaza, Paul Fuster casi ha logrado construir el disco de no-folk más puro que se ha hecho en nuestras pequeñas fronteras. Si se queda por aquí y sigue intentándolo estoy seguro que logrará el definitivo. Genio para ello tiene de sobras.