Cinco años después de un parón que parecía que iba a durar siempre, James Mercer desempolva el nombre de The Shins para dar forma a este “Port Of Morrow”, un disco en el que se rodea de una nueva formación y que, en cierta medida, renueva el sonido del grupo. Me explico. El pop de aire psicodélico y poso agridulce que les hizo grandes sigue ahí, pero ahora son los pequeños detalles los que marcan la diferencia respecto a los álbumes anteriores. Algunos ejemplos serían el luminoso soul blanco de “40 Mark Strasse”, el riff de guitarra power-pop casi a lo Cheap Trick de “Simple Song”, el poso nuevaolero de la extraordinaria “Fall Of ‘82” (muy Elvis Costello), el chicle pop de altos vuelos de “No Way Down”, o esos dos conmovedores y hermosos medio tiempos que son “For A Fool” y “It’s Only Life” (esta última quizás la mejor canción del disco), dos canciones que de la mano de 10cc hubieran roto corazones –femeninos- a finales de los setenta. Otro factor que juega a favor de este excelente retorno es comprobar que Mercer ha abierto un poco la puerta de ese mundo hermético en el que parece vivir. Frente a los jeroglíficos en forma de canción que poblaban el notable “Wincing The Night Away”, los textos de “Port Of Morrow” son más accesibles, y permiten cierta empatía más allá de las brillantes melodías.
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