Antonio Luque parecía, como mínimo desde “Ronroneando” (2008), destinado a ser artista más de temas que de discos, más de anécdota que de la categoría. Un cuarto de siglo de carrera después parece que el aprendizaje a nailon y pluma va dejando su poso, dando respiro a fans y detractores. “Perspectiva caballera” ahonda en una nueva trascendencia, un nuevo apego por lo poético en mixtura con lo mundano: desde la portada hasta los arreglos, benditos –crudos y sostenidos, con cuerdas potentes–. Notas positivas que se suman a tal vez uno de sus mejores arranques, con “Droguerías y farmacias” y una de las producciones más eficientes, de las de todo-en-su-sitio. Luque nunca fue de trazar la línea recta pero últimamente ya andaba tomando demasiados atajos. Vuelve más equilibrado y autoeditándose. Jugándose las perras, aunque últimamente ya se estaba jugando algo más que eso.
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