Por si no hubiera sido suficiente ya con “Post-Nothing” (09), su álbum de debut, el dúo torbellino de Vancouver refrenda la capacidad de regeneración de ese indie rock espinado, tenso y arrebatadamente post adolescente -que tan bien conjugaran Superchunk a principios de los noventa- con esta nueva negación nominal: si en su primera remesa se reían de los postismos de todo tipo (pese al poso post-hardcore de su sonido), en este “No Singles” abominan de la propia condición de sencillos de unos temas que ya habían sido publicados en sendos EP’s previos, “All Lies” (07) y “Lullabies Death Jams” (08), que se reparten aquí cinco temas cada uno, la mitad del pastel. No sólo se ríen de las convenciones de la industria, también les va hacer coñas con Springsteen, como en esa tremenda “Darkness On The Edge Of Gastown”, cuatro huracanados minutos que son lo mejor del lote. Porque el resto del álbum se debate entre bocetos aún no demasiado pulidos (las radiaciones cegadoras de “Lucifer’s Symphony” o el grueso de los temas de su primer EP, inteligentemente colocados en segundo lugar sin respeto cronológico, como los sarpullidos de “Avant Sleepwalk” o “Press Corps”) y señas fiables de por dónde iban a despuntar en breve (“Sexual Aerosol”, “No Allegiance To The Queen”), en una conveniente maniobra para entretener al personal y hacerle, tras su atronador paso por Primavera Sound, salivar a la espera de nuevas canciones.
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