Crudo, tenso, rabioso y mordiente. Así suena el disco debut de Mourn, un largo que no engaña en sus referentes -bien aferrados a los noventa: grunge, emo y sobre todo mucho indie rock- y que debe trascender desde ya los titulares del tipo: “¡Están ahí por la edad!”. Bla, bla, bla. Basura de la prensa musical, que nos intentará colar una y otra vez que su mérito recae ‘sólo’ en ser jóvenes: ¡Sus galones son impropios del bachiller, oigan! No les restemos valía que, por muy bien que haya mecido la cuna Ramón Rodríguez, padre de dos de las susodichas, sus voces serpentean solitas, y con gusto. Siendo menores de veinte, las guitarras rezuman frescura y tienen bestias potenciales -a “Otitis” me remito-. Ok, las letras, la actitud, hablan un lenguaje algo ‘teen’ (emparentable con Avril Lavigne): mucho escupitajo, poco certero. ¿Y qué? Cierren los ojos y disfruten de la hostia por la hostia, el rebote por el rebote.
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