La aparición del primer larga duración de Surfing Sirles es una proeza, una gamberrada que no acaba, handcuffed, en comisaría y una fiesta auditiva de primer nivel. Narrada con humor en el desplegable que acompaña el disco –con referencias a cañas, capipota y obsesiones persecutorias–, la primera hazaña sirlera no tiene nada de homenaje al “Goo” de Sonic Youth (ni a Sonic Youth en general) pero sí en cambio al espíritu festivo, a la deconstrucción física de los zombies, al grito eufónico, a la transgresión saludable y a la rotura fibrilar de géneros –ay, ouch–. El cuarteto barcelonés empieza pisando el acelerador con tres trallazos impecables (“Escolti senyora onada”, “El trineu” y “El ié-ié de l’alquimista”), para, a continuación, regalarnos un viaje con trompetas fronterizas al paraíso perdido de Neverland (versión Michael Jackson). “Han atropellat el gat” y “U.K. a cavall” nos preparan para el hit místico de “A la Fageda” –“nuestra balada psicodélica”, afirman ellos–, y “Saltamarges” nos devuelve a la intensidad galopante de los primeros temas. “Lo xicotet bandoler” recicla el himno del Barça –resucitando el puro de Nicolau Casaus– y “Cap al sol” nos plantea una odisea de diez minutos donde cabe todo (menos el aburrimiento y la épica). ¡Bienvenidos al punk con hammond de Surfing Sirles!
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