Intimacy

La sensación general tras escuchar “Intimacy” es la de que Bloc Party es un grupo en busca de sí mismo. Tras el ambicioso aunque irregular “Weekend In The City”, en el que el grupo de Kele Okereke dejaba atrás el trepidante rock angular de su debut en favor de estructuras electrónicas y un discurso conceptual que no acababa de cuajar, los ingleses siguen intentando nivelar intenciones y logros recuperando a Paul Epworth, productor de “Silent Alarm”, que se ha combinado en las funciones de producción con Jacknife Lee.

El resultado es un álbum tenso pero disperso, que se debate entre los riffs nerviosos –Russell Lissack está inspiradísimo a lo largo de todo el disco- y la grandilocuencia pop de su debut y las posibilidades –secuenciadores y sintetizadores- que ya exploraran en su trabajo anterior. "Ares" y "Mercury" abren el álbum, abriendo nuevos caminos para el cuarteto. "Trojan Horse" también nace de esa atmósfera tensa en lo que lo particular y pequeño choca con lo global, el amor en tiempos de rabia, el tema subyacente en todo el álbum. Por el contrario "Halo" parece sacada de su debut, así como la melancólica "Ion Square". De hecho, “Intimacy” cae habitualmente en ese registro gris y deprimido, respondido con temas rabiosos y experimentos en la cuerda floja de resolución incierta: incluso a la segunda o tercera escucha no tienes todavía claro si "Zepherus" es genial u horrible, o si "One Month Off" es un bluff o un segundo single consistente. Si “Weekend In The City” dejó dudas, “Intimacy” no es precisamente el tipo de disco pensado para despejarlas. Más que un retorno a sus inicios, este nuevo disco supone un intento por corregir algunos de los excesos de su segundo esfuerzo y exponer algunas nuevas opciones camino de un punto intermedio en el que quizás resida el verdadero corazón de Bloc Party.