Oír nuevos temas de NML es como reencontrarse con esos viejos amigos que no ves, pero que al segundo de volver a contactar con ellos es como si no hubiera pasado el más mínimo lapso de tiempo. Porque hoy por hoy son nueve los años que los de Guíxols han tardado en grabar su cuarto disco, pero con sólo unos primeros instantes de escucha ya se nos indica cual va a ser el contenido. Un reencuentro con su sonido clásico del trío y su rúbrica implacable, quizá esos minutos iniciales un tanto más decantados hacia el universo J. Robbins -lo que se traduce en una pérdida de rudeza en las guitarras y una mayor agudeza melódica-, pero en todo caso, recuperando después la cuota de rockin’ hardcore -es decir, esputando velocidad rítmica y fuerza en los estribillos-, que revelan finalmente al álbum como otro pelotazo urgente y explosivo. Estén tranquilos porque seguimos donde nos quedamos.
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