Sería un recurso fácil echar mano de la imagen de portada de este disco para ilustrar a qué suena el cuarto largo de la banda catalana, pero lo cierto es que si el grupo quería dar una idea, desde el mismo envoltorio, de lo que te vas a encontrar más tarde, han dado en el clavo. Su álbum avanza lento, empujado por una tribal y cadenciosa base rítmica que en ocasiones se convierte en una auténtica letanía, un rezo sinuoso, místico y oscuro. Música cruda y descarnada como el esqueleto de ese gran animal que camina con paso lento hacia el cementerio, condenado al único fin que nos iguala a todos. “Hannibal” es posible que sea la obra cumbre de Ferran Palau, Louise Samson y el resto de integrantes de la banda, al igual que se intuye que “Adelante Bonaparte” lo será para Standstill en el futuro, y lo cierto es que se pueden trazar ciertos puentes entre ambos discos a la hora, sobre todo, del uso del ritmo y el espacio entre las notas. Algo parecido a lo que hacen por ejemplo The XX aunque se basen en un componente más pop y electrónico. Animic han logrado un disco que duele y emociona y además han pulido uno de las peores atributos que tenía “Hannah”, su anterior trabajo, y es que ahora no tienes la sensación tan pronunciada de estar escuchando dos grupos diferentes en función de quién se hiciera cargo de las tareas vocales y en qué idioma lo hiciera. Aquí el tono unitario es mayor y eso, no solo se agradece, sino que se disfruta en el duelo que genera.
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