Hacer un disco de versiones es siempre un ejercicio riesgoso. Diría más, de extremos: jugar con material que ya recorre los recovecos del cerebro del oyente puede allanar el terreno o condenar a un sesudo juego de revisión al rechazo más absoluto. Hace más de dieciocho años, uno de los cantaores más grandes de todos los tiempos hacía olvidar de un machetazo a Cohen y elevaba al máximo nivel de tensión una pieza que, revestida de voces y capas, pasaría a los anales del rock del siglo XX: “Pequeño vals vienés” se convertiría en “Omega”, gracias a la dupla Enrique Morente y Largatija Nick, en intocable, sagrada. Hasta ahora.
Silvia Pérez Cruz y Raül Fernández Miró (Refree) tenían claro que su coqueteo, su prometedor idilio musical, no podía traducirse en un disco ‘menor’. Y si Pérez Cruz tiene la mejor interpretación del panorama (poco transitada fuera de Catalunya, también es verdad), F. Miró tiene la capacidad de explotarla. El dúo sabía que guitarra y voz sería suficiente. Los silencios, los espacios, harían el resto. De esta manera el disco explora los más variados parajes, con autores que van de Albert Pla a Schumann, rezumando belleza, sabiendo que es tan importante el camino como la meta y permitiendo con las dinámicas vocales y las intensidades a la guitarra hacerle el juego al flamenco con los aclarados, igual que al rock con las subidas, el ruido y la distorsión. Una producción cuidada e iconoclasta que, desde portada hasta los agradecimientos, respira trascendencia y reivindica pureza y mixtura a partes iguales: la citada “Pequeño vals vienés” o “Que me van aniquilando” tienen atributos inexplicables, con una Pérez Cruz que grita desgarradamente –como nunca- y alcanza estadios de emotividad que le atraviesan el tímpano a mi padre y al más purista por igual.
El largo ha sido encumbrado nada más salir. Y aunque Universal ande detrás del producto, no nos pongamos agoreros y permitamos que lo que contiene se expanda, que corra tras nuestras fronteras. Porque es bueno, muy bueno, y quién sabe si el que se enamore de “Granada” se enamorará de Morente. Lo que está claro es que, quién se enamora de Morente, se enamora un poquito más de la vida.
Discazo (y muy buena crítica). Sin lugar a dudas una de las mejores voces del momento. Y ole la verdad: "quién se enamora de Morente, se enamora un poquito más de la vida". Enrique (habría colaborado seguro) estaría muy orgulloso d este disco.