El debut del vallisoletano Guillermo Galguera en Subterfuge contiene varias (muy) buenas noticias. En primer lugar, el paso al castellano se ajusta a su música cómodamente, como si siempre hubiera sido así. Además nos encontramos ante un músico que sin duda tiene intenciones reales de contar historias. Doble acierto, pues. La historia de “El valle invisible”, desarrollada a lo largo de los diez cortes del disco (otra buena noticia, la edición de un trabajo con concepto de álbum en un momento en el que los hábitos de escucha tienden a lo fragmentado), cuenta el viaje de un personaje desde la ruptura con su vida ("Sanseacabó") hacia el encuentro de su lugar en el mundo (localizado en un simbólico Floridablanca). Durante el camino, conoce el amor ("Miradas"), las dudas ("Ysys"), la paz ("Floridablanca") y finalmente la decepción ("Tras el cristal"). Hay un atractivo contraste, casi misterioso, entre lo inmediato de las composiciones, revestidas de bajos, sintetizadores y cajas de ritmos (estupendo pop electrónico bailable), y lo reflexivo del contenido, a menudo en el límite de la gravedad. Un muy buen trabajo que no debería quedarse en lo invisible.
No se puede ser más malo