El tercer largo de la banda catalana con la multinacional Sony BMG es también su disco más dulce, más inmediato. Si estábamos acostumbrados a que el trío enmascarara su especial habilidad para las melodías con unos arreglos que buscaban el riesgo y un plus diferencial, “Costa Azul” se distingue por su especial luminosidad y transparencia.
El tercer largo de la banda catalana con la multinacional Sony BMG es también su disco más dulce, más inmediato. Si estábamos acostumbrados a que el trío enmascarara su especial habilidad para las melodías con unos arreglos que buscaban el riesgo y un plus diferencial, “Costa Azul” se distingue por su especial luminosidad y transparencia. Marc, Jesús y Axel han cambiado definitivamente el sitar y la psicodelia por unos arreglos de lujo que buscan encapsular la melodía perfecta en su envoltorio ideal. ¿Y qué hay de malo en ello? Su etapa de exploración ya la sublimaron en “Shell Kids” hace cuatro años, así que resulta comprensible su búsqueda de nuevos caminos, más todavía cuando encuentran rutas tan disfrutables como las que vivimos en “Persona”, “Los Olvidados” o “Costa Azul”.
Se trata de un disco que invita a quedarse a vivir en él, y que prosigue, mejorando, la búsqueda del perfecto-disco-pop iniciada en su anterior “Fascinado”. Un álbum heterogéneo y preciosista que va tejiendo emociones a base de pequeñas historias donde la urgencia por vivir (“Nuestro baile de viernes”, “Mi canción del domingo”, “Todo lo que nos gusta”) y su habitual reivindicación de la diferencia (“Giraluna”, “Dandy del extrarradio”) componen un campo narrativo que recupera el imaginario de Scott Fitzgerald y las historias que nos contaba Ray Davies con sus Kinks. Si este verano has optado por la playa, acabas de encontrar tu compañero ideal.
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