Intentar explicar a qué suenan My Morning Jacket con un sencillo “rock americano”, es quedarse muy corto. Suenan, efectivamente, a rock americano, pero su caso es de los que trascienden géneros y etiquetas. Partiendo de esquemas parecidos a los de Neil Young, los de Kentucky consiguen con su segundo álbum (antes estuvo “Tennessee Fire”, también en Darla) encandilar el oído gracias a una intensidad emocional inusitada.
Su puesta al día del rock americano bebe no solo del neo-folk sino también de fuentes próximas al indie rock (la genial “Lowdown” podría pertenecer a la época más inspirada de Pavement). La guitarra acústica de Jim James y su voz desganada son el eje central de un sonido que deja abiertas las puertas de la desesperación. Perezosas, las palabras que arranca de su garganta arrastran consigo un sentimiento de desasosiego que pocos vocalistas saben transmitir con melodías tan acertadas (“The Way That He Sings” es otra maravilla).
La banda, aficionada a los acoples de guitarra, ruiditos varios y desarrollos instrumentales disonantes (ojo, no estamos hablando de Phish) interpreta y arropa a la perfección el lamento torturado del joven James (veintitrés años). Lo que habría que preguntarse es si es bueno estar deprimido a tan corta edad...
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