"A base de ensayo-error algo de identidad hemos logrado"
EntrevistasLove Of Lesbian

"A base de ensayo-error algo de identidad hemos logrado"

Yeray S. Iborra — 10-03-2016
Fotografía — Noemi Elías

No hay duda, esto se ha hecho enorme. Pero a media cuesta, Love Of Lesbian han decidido parar; aparcar automatismos y reflexionar sobre la inspiración, ese milagro cíclico y esquivo. Warner se ha lanzado a editarles “El Poeta Halley”, un disco aplacado y riesgoso (alto de minutaje): la típica auto-putada lesbiana. La banda catalana estará tocando en el festival SOS 4.8 de Murcia.

Idea del disco

Halley no es un cometa cualquiera. El hecho que su periodo orbital sea de entre setenta y cuatro y setenta y nueve años hace que sea el único astro documentado que pueda ser avistado dos veces en una misma vida humana. Si es verdad que, como dice Santi Balmes, la “inspiración es cíclica”, Love Of Lesbian están mucho más emparentados con Halley que por un simple chascarrillo, ese juego de palabras simpático que da título a su octavo disco (quinto en castellano), “El Poeta Halley”. Igual, como pasa con el cometa, estamos ante la única banda capaz de mostrarse dos veces llena de vida y resurgir cuando parecía que andaban perdidos por galaxias desconocidas; cuando parecía que, por mucho que miráramos al cielo, nunca más volvería a asomarse un periodo tan clarividente como el de “Maniobras de escapismo” (Naïve, 05), “Cuentos chinos para niños del Japón” (Naïve, 07) o el climático y definitivo “1999 (o cómo generar incendios de nieve con una lupa enfocando a la luna)” (Warner, 09).

¿La verdad? Nada ha cambiado demasiado, sólo pequeños movimientos de placas: Santi Balmes sigue obsesionado por lo astromántico, cómo no, pero también por lo terrenal. Ya no nos engaña un título espacial, empezamos a saber de qué pie cojea (uno en el suelo y otro bien arriba). Sus personajes vuelan, pero no desprecian lo mundano, una ambivalencia lesbiana. “Juego con la 'temática de asfalto', la que baja al suelo, y la 'elevada', la que toma distancia de las cosas”, dice el compositor delante de un café sin tocar. Por lo visto le gusta hacer caso a su subconsciente. “Es más inteligente que yo”. Él manda, Santi obedece; Balmes todavía está “de vueltas con la vida”, así que prefiere fiarse de su propio más-allá.

¿Entonces, de qué va “El Poeta Halley”? No es más que la idea de esa inspiración que va y viene, ese proceso de creación infinito en el que se ha convertido la vida de Balmes, traducida en un disco aplacado, reflexivo. “Si ‘La noche eterna. Los días no vividos’ fue el 'post festum pestum' [los romanos usaban la expresión 'post festum, pestum et post coitum, tedium' para referirse a la visión pesimista, realista, de la vida] este disco es mucho más asentado. Trata sobre ir a buscar la esencia: no olvidar por qué estás metido en este rollo”. No es casualidad que una canción tímida llevada a un crescendo expansivo como “Planeador”, abra la lata. “Hay momentos de oscuridad y vulgaridad en la creación (la mayoría)”.

De hecho, cuando se le plantea a Santi Balmes la pregunta tramposa de 'el porqué' este disco, un porqué incisivo y acosador, él responde con una cara pícara y soberbia. “Te diré que tal vez sea nuestro disco que gira más hacia el arte; por primera vez el arte se convierte en el hilo argumental. Con esto te contesto: la apuesta tiene un punto egoísta, pues a partir de lo que te pasa con las personas, creas una obra artística. ‘El Poeta Halley’ es eso también”.

Estilo disco y gira

Si hay alguna idea firme en el disco, es que Love Of Lesbian se han desatado. Hay mucha, pero que mucha chicha aquí dentro, información a borbotones. De hecho Balmes me cuenta que por un minuto no se trata de un disco doble; la media de las canciones está en cinco minutos, nada menos. “Hay las dosis homeopáticas justas de pop: ‘El Yin y el Yen’, por ejemplo. Pero el resto es un desparrame”.

La desfachatez de mantener las canciones dilatadas y expansivas la explica una anécdota en relación al malogrado David Bowie: La CasaMurada, estudio donde hicieron el stage para grabar el disco, vivió la difusión de “Blackstar” y sus diez minutazos de corrosión pop y avant-jazz, eso alentó al quinteto a no tener miedo por el minutaje. Porque al final, ¿qué coño es un 'hit'? “Nos ha quedado largo, sí. Pero lo único que teníamos claro a nivel musical era que íbamos a eliminar capas de sonido, y lo hemos respetado. Eso se nota en las dinámicas. Hubo mucha eliminación: 'Si esa guitarrita mola pero no suma, fuera'”. “Una banda es un monstruo grande de varias cabezas”, añadía Julián Saldarriaga en el diario de grabación para MondoSonoro. Cuenta Balmes que el disco se gestó en dos momentos diferentes: en el sleeper fumando petas, de viaje o tras los bolos, y también al finalizar la gira, en los cuatro meses sabáticos que se tomó el grupo. La segunda parte pesó más, y se nota. Hay más indie-pop, surf-rock y rock noventero reposado.

“Al final supongo que algo de identidad hemos logrado, a base de ensayo-error. Nuestra etapa en inglés fue eso, un MIR de la música”. Santi coincide que en el disco hay tres momentos puro Love Of Lesbian: “Bajo el volcán”, “Los males pasajeros” y “Océanos de sed”. No le importan que sean sólo tres. Lo compara con la discografía de Pixies, que le encantan, pero a los que salva dos canciones por disco. Es pura “selección-natural-musical”, según él.

Santi ha empezado a abrir los ojos, hasta ahora los tenía medio entornados, como los de un topillo asomándose desde una grieta. Ha llegado tarde —se ha dormido— y la entrevista se ha aplazado un par de horas. Son días movidos para él.  “Tenía apuntada la entrevista para mañana. Empiezo bien la promo”, se sonríe, mientras tensiona los músculos de la parte derecha de la cara y rebusca un pitillo—serán varios— dentro de su chaqueta de corte british. Este es sólo el principio. De hecho, esta semana se encierran a ensayar el que será el nuevo espectáculo en directo, en el que no serán tan “rácanos ni pedantes” como para deshacerse de sus clásicos. Aunque tal vez entierren las canciones más histriónicas. De momento y antes de la salida del disco ya tienen fechas cerradas en el SOS 4.8, Festival Cruïlla y Festival de les Arts, entre otros.

La fama y momento de la banda

Si bien la banda no ha dejado de experimentar y estirar como un chicle su discurso, parodiándose en más de un ocasión, hubo un momento el pasado año en que incluso sus fans más acérrimos los creyeron endiosados de más. “Nouvelle cuisine caníbal”, un EP burlón que se sacaron de la manga como divertimento, desconcertó después de un sobreproducido La noche eterna. Los días no vividos’. ‘¿Le habían perdido el pulso a los temas?’, nos preguntamos todos. “Era muy coyuntural, la verdad. Un cajón de sastre. Tres canciones que eran simplemente los 'refusés', que llaman los franceses: temas bastardos que no están en el 'discurso oficial' de Love Of Lesbian”, ríe Balmes, que asegura que se hace difícil explicarse por Twitter, dónde les cayeron algunos palos, y que tal vez pecaron de “ingenuos” al pensar que se entendería lo que querían transmitir: un ejercicio a caballo de La Trinca y 'La nova cançó'. Love Of Lesbian construyó un panfleto (“Mal español”), lejos de los dominios de su discurso. “La política no es nuestro discurso en las canciones, la verdad. Lo nuestro es la soledad urbana, la pérdida; tenemos que ser honestos, somos bastante ácratas”, esto ha cambiado de algún modo en “El Poeta Halley”, donde la 'duda-lesbiana' convive con poesía-'política' como en “Contraespionaje”.

Hace una luz rabiosa. Un mediodía de sol molesto. Mientras Santi me contesta sorprendido cuánto hace que vive de la música, de golpe un chaval vestido con tejanos y capucha, que se mueve deprisa pero camina vacilando, cabizbajo y empecinado en repasar los adoquines con la vista, levanta la cabeza y suelta: “¡Buena música, Santi!”. “¿Lo conoces?”, le pregunto. “No, no”, me confiesa Balmes.

Nadie duda ya que esto se ha hecho grande. “Toca medir cada paso”, reconoce Carme Tasias, de Music Bus, que comenta que han renunciado a muchas cosas para seguir un discurso “coherente”; entre esas cosas, 40 Principales o El Hormiguero. “Yo no soy un animal televisivo. No soy carne de altos shares. No me veo haciendo experimentos con cosas que explotan y poner buena cara mientras no sé qué mierda estoy haciendo allí. Hay que ser fiel a la persona que empezó con diecinueve años en esto”, concluye Balmes. Si “El Poeta Halley” sigue siendo el disco que “querrán seguir tocando de aquí a diez años” —como promete Balmes—, resulte o no un ‘harakiri industrial’, siempre quedará como una auto-lesión satisfactoria.

¿Frenar en seco?

“Que alguien los pare, empieza a cansar tanta ambición”, suelta Balmes con voz grave en una de las primeras frases de “El Poeta Halley”. Como una especie de penitencia por haber desaparecido a tal velocidad del universo indie, asumiendo una situación de privilegio en el panorama, ya sea por su salto de público a partir de “1999”, las campañas para campeonatos de atletismo o marcas de cerveza, o su fichaje por una multinacional. “En un momento dado, sobre todo ahora que hemos firmado por Warner [hasta ahora sólo les llevaba distribución, ahora también es su discográfica] podríamos haber hecho un disco diferente. Si hubiésemos tenido una presión de la discográfica (no ha sido así), o una auto-presión, en plan: '¡Vamos a reventarlo!'. Pero para nosotros ha sido lo contrario, lo vemos como una oportunidad: tenemos tres discos para elaborar un discurso propio. Durante este tiempo hemos corrido el peligro de desviarnos hacia un lugar fácil”. Para Love Of Lesbian, crecer no era una cuestión baladí. De hecho, el nuevo largo ha sido una “frenada en seco”; veremos hasta qué punto. Un disco menos masticable, sin duda, pero que espera ser potenciado por Warner en todos sus canales, especialmente por Sudamérica. En Barcelona ya tienen cerradas —y casi vendidas— tres fechas en Razzmatazz. “El Poeta Halley” debe ser la prueba definitiva para los ‘lesbianos’.

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