No siempre se sabía de qué hablaban las crípticas letras de Héroes del Silencio, pero aun así conseguían transmitir sentimientos que a día de hoy, treinta años después, se siguen despertando a cada escucha. Al volver a oír “El mar no cesa” es inevitable transportarse a la infancia, a la adolescencia, al primer amor, al mar, a una playa de una noche de agosto. Y es que, sin ser un disco conceptual, casi todos los temas hacían referencia al agua desde el propio título: ‘Mar adentro’, ‘Fuente esperanza’, ‘El estanque’, ‘La lluvia gris’, ‘La isla de las iguanas’…
Todas aquellas canciones, junto a una versión del ‘Have You Ever Seen The Rain?’ de la Creedence, las tocaron en aquel concierto tan decisivo para su futuro. Fue una noche de principios de 1987 en la sala En Bruto, ubicada en la calle que años después se rebautizaría con el nombre de la banda. Cuenta la leyenda que consiguieron vender las 600 entradas de su aforo a base de pegar carteles (folios dobles) por toda Zaragoza, y que otras 300 personas se quedaron fuera cuando colgaron el cartel de sold out.
El argentino Gustavo Montesano (asentando en el Madrid de La Movida, miembro de Olé Olé y cazatalentos para EMI por aquel entonces) preguntaba pocos días antes a su colega, el disc-jockey y agitador cultural Cachi, si había algún grupo en Zaragoza que mereciese la pena. Éste no se lo pensó dos veces, y le pasó la maqueta que habían grabado con cuatro temas: ‘Olvidado’, ‘Sindicato del riesgo’, ‘Héroe de leyenda’ y ‘Hologramas’.
Los miembros de Héroes del Silencio provenían de varios grupos de la escena local (Zumo de Vidrio, Proceso Entrópico, Modos, Edición Fría…), pero desde 1985 habían conseguido asentarse como cuarteto: Enrique Bunbury a la voz, Juan Valdivia a la guitarra, Joaquín Cardiel al bajo y Pedro Andreu a la batería.
Gustavo se trasladó hasta Zaragoza para ver cómo se lo montaban en directo, y aquella noche quedó estupefacto ante la fuerza que desprendían sobre el escenario (se pueden escuchar varias versiones de la grabación pirata) ante un público entregado que coreó los temas de principio a fin.
Aquella misma noche firmaron su primer contrato con EMI, que les grabaría el LP bajo una condición: vender antes 5.000 copias de un maxi single. De este modo, el primer trabajo profesional de Héroes del silencio fue un EP homónimo que salió a la calle en 1987. Estaba producido por Montesano con Steve Taylor como ingeniero de sonido y contenía tres canciones: ‘El mar no cesa’, ‘La lluvia gris’ y ‘Héroe de leyenda’, de la que se incluía además un remix de los que tanto gustaron al grupo (después llegarían los de ‘La lluvia gris’ y ‘Hace tiempo’, y años más tarde varios de ‘Nuestros nombres’).
Se superó toda previsión: vendieron 30.000 copias, consiguiendo una reedición con una nueva portada más comercial y, por supuesto, entrar a grabar el LP prometido. ‘La lluvia gris’ y ‘Héroe de leyenda’ irían tal cual al largo, para el que grabarían otros once temas en los estudios Hispavox con Montesano de nuevo en la producción, ayudado esta vez por Roberto Durruty.
Por su parte, ‘El mar no cesa’ (uno de sus temas más góticos) quedaría como rareza del EP (ni siquiera se incluiría en el disco “Rarezas” de 1998), pero serviría para titular el álbum. Todo venía de una broma privada, cuando Bunbury confundió al grupo de post-punk Mar Otra Vez con la nomenclatura en cuestión.
El mar Cantábrico impuso su influencia desde el título hasta la portada (con la que bromea Joaquín Reyes en el “Celebrities” de Bunbury, afirmando que la foto se llama en realidad “¿Nos habían dicho que por aquí había un after?”) y en prácticamente todas las letras de las canciones, que de una u otra forma hacen referencia al medio acuático.
El 31 de octubre de 1988, día previo al Día de Todos los Santos (y que hoy ya conocemos como Halloween) salía al mercado “El mar no cesa”. El vinilo contenía un total de once cortes, que en la edición de CD subieron a trece incluyendo como temas extra ‘Olvidado’ y ‘La isla de las iguanas’.
Era evidente que su sonido inicial estaba influenciado por el rock gótico y la new age, como una mezcla española de U2 y The Cure. Bunbury escribía las letras (oscuras, poéticas e indescifrables, marca de la casa), aportaba la melodía vocal y, en la mitad de los temas, los acordes (que, si era necesario, defendía con su guitarra acústica para acompañar a Juan). Valdivia se encargaba del desarrollo armónico, con su forma particular de meter rebuscados arpegios en canal limpio cargados de reverb y delay que le valdría para convertirse en uno de los guitarristas más reconocidos y originales de la Piel de Toro (y que derivaría hacia un estilo más duro y distorsionado a partir del tercer disco, “El espíritu del vino”, donde se dejó llevar por su grupo favorito del momento, Guns N’ Roses). Por su parte, Cardiel y Andreu ponían la base rítmica sin demasiadas florituras: hacían lo que tenían que hacer y punto.
No obstante, de todos es sabido el descontento que la banda sintió con el sonido de su debut. Un disco sobreproducido, hijo de su época, con baterías que parecían electrónicas, bajos poperos, voces demasiado altas y guitarras demasiado bajas que además se edulcoraban con arreglos de sintetizador.
Así lo comentaba Bunbury en una entrevista para Efe Eme en 2005: “Me acuerdo que cuando lo oí en los estudios de Hispavox (…) me encantó, porque además nos lo pusieron tan fuerte… En mi vida había oído algo por esos altavoces incrustados en las paredes, nunca había oído la música tan fuerte, nunca. De pronto me pareció que los discos de Michael Jackson sonaban pobres comparados con “El mar no cesa”. Luego, cuando llegué a mi casa me dio una paranoia terrorífica, porque lo oí y pensé: 'Suena mucho peor que cuando tocamos juntos en el local'”.
Bien es cierto que algunas canciones no han envejecido nada bien, pero contenía ya himnos generacionales perfectamente defendibles a día de hoy: ‘Mar adentro’, ‘Flor venenosa’, ‘Héroe de leyenda’, ‘Agosto’…
Para quitarse la espinita, el grupo grabó su primer disco en vivo (le cogerían el gusto después, sacando una contrapartida en directo por cada disco de estudio) con el objetivo de transmitir el sonido que realmente les agradaba: el que destilaban sobre el escenario. “En directo” aparecía en diciembre 1989 como un EP de cinco temas, pero eso ya es otra historia. Pasamos a analizar “El mar no cesa” canción por canción.
EL MAR NO CESA, CANCIÓN POR CANCIÓN
1. Mar adentro
Poderosa apertura del disco, con el riff de rasgueo limpio de Valdivia marcando el tempo en todo momento y las metáforas sexuales de Bunbury en la lírica. Supuso el segundo single y el único videoclip del LP, dirigido por Antonio Díaz, que mezcló tomas de conciertos con la estampa del grupo haciendo playback en un plató diáfano.
2. Hace tiempo
Del deseo pasamos a algo tan gótico y adolescente como el desamor y la nostalgia, aunque sin llegar a caer en el victimismo facilón. Ritmo tribal que permite a Valdivia sus primeros escarceos con la distorsión y el rock duro en el tramo final.
3. Fuente esperanza
El sonido de los primeros Héroes en estado puro, con esos arpegios limpios saturados de reverb que transportan a la adolescencia desde el primer segundo. A más de uno se le cayeron las lágrimas al oír esta canción en la gira del 2007. Cuarto y último sencillo del álbum.
4. No más lágrimas
Puede que uno de los temas a los que peor sentó el estudio, porque la versión que se marcaron poco después para el disco “En directo” (incluida también en el “Rarezas”) quita el hipo, con Bunbury en sus devaneos más “raphaelianos”.
5. Olvidado
El mayor coqueteo de Valdivia con la distorsión de todo el LP, que con la producción de Montesano (más interesado por el tecnopop que por el rock) dejaba bastante que desear. Quizá sea por eso que es de las que más desentona dentro del conjunto, y la que se eliminó de la cara A en la edición en vinilo.
6. La lluvia gris
Grabada para el primer EP, del que se lanzaría a su vez como segundo sencillo. En su día fue una de las favoritas de la banda, pero poco después saldría del repertorio para siempre.
7. Flor venenosa
En la gira del 2007 Bunbury siempre lo decía para presentarla: “Ésta es la canción que menos le gusta a mi madre de todo el repertorio”. No en vano afirmaba aquello de “y vender a mi madre por otra copa”. Oda etílica y uno de los mejores temas del disco, que fue elegido como el primer single para disgusto de la señora.
8. Agosto
Una de las canciones más bonitas, con el inevitable referente marítimo llenando todo el estribillo: “Una vez en la vida debo encontrar dentro de mí, una noche de agosto, mi alma perdida que arrojé al mar”. Fue elegida como tercer single y tuvo una suerte de continuación en el siguiente trabajo, tanto en música como en letra: ‘Despertar’ (“Senderos de traición”).
9. El estanque
Su hipnótico arranque instrumental a ritmo de vals, con Bunbury marcándole los acordes a los punteos de Valdivia, la convertía en la canción perfecta para abrir los conciertos, así que era habitual empezar a escucharla cuando acababa el ‘Song To The Siren’ (tema previo a todos sus arranques). Así ocurrió en la gira del 2007, con las siluetas de ambos músicos proyectadas en las pantallas gigantes poniendo los nervios a flor de piel. El cambio al cuatro por cuatro del compás indicaba que empezaba la fiesta.
10. La visión de vuestras almas
Bunbury decidió reescribir media letra de este tema antes de entrar a grabarlo, como podemos comprobar escuchando la versión ejecutada poco antes en el directo de la Sala En Bruto, donde varían estrofas enteras. Fue la que salió de la cara B en la edición en vinilo, aunque como compensación se volvió a grabar en el disco “En directo”.
11. La isla de las iguanas
La instrumental del disco (obviando las cuatro veces que Enrique decía aquello de “La iguana” para justificar el título). Desarrollos surferos con Cardiel y Andreu marcando el ritmo para que Valdivia se luciese en una de sus composiciones más exóticas.
12. ...16
El título más enigmático de todos, una cifra que no se menciona en ningún momento en la canción y que puede que se refiera a la edad con la que fue escrita. Bunbury de nuevo en sus escarceos con el romanticismo, las relaciones con el sexo opuesto y el castigo resultante.
13. Héroe de leyenda
Una de sus primeras composiciones, de cuyo título original salió el nombre de la banda: ‘Héroes del silencio’ como metáfora de los grupos emergentes, incapaces de hacerse escuchar. Es la protagonista de su primer EP, de aquella mítica primera aparición televisiva de 1985 (con el grupo todavía en formato trío y la versión de la maqueta en el audio) y todo un himno a día de hoy.
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