Delta Saints recalaron en Bilbao el miércoles noche presentando su último disco "Death Letter Jubilee" dentro de la segunda parte de una ambiciosa gira europea que en su primera parte les llevó a dar cuarenta bolos por tierras europeas.
Y lo hacen con la novedad de haber añadido a su sonido teclados en sustitución de su armonicista baja por enfermedad, ya se sabe que la vida de la carretera acaba con la salud de cualquiera. Con ello han apuntalado su sonido en claves de soul y góspel perdiendo en punch y feeling blues.
Ante un aforo de más de media entrada salieron los de Nashville al escenario del Kafe Antzoki por segunda vez en los últimos tiempos. Dos años han pasado desde que se estrenaran por estos lares en su primer concierto entonces en el Balcón de la Lola y desde entonces la fórmula no ha cambiado blues tocado con pasión a veces mas enraizado en Delta otras más pesado, y soul - gospel cantado con sentimiento y trallazos de funk para que el respetable mueva el culo. Tres ingredientes perfectos para un buen bolo.
En quinteto, con doble guitarra, base rítmica y piano, fueron desarrollando y evolucionando del soul funk pesado con potente bajo y juguetona batería, a blues del delta con resonator guitar y doble slide de sus hachas sobre pesada base rítmica. Y es seguramente el potentísimo sonido de su base rítmica, uno de los aspectos más característicos del grupo, lo que les ha valido ciertas comparaciones con Led Zeppelin. Lo cierto es que no hay tanto parecido. La propuesta de los Delta Saints bebe mucho más de la raíz del delta que la de los británicos, además de enfocarse más al espiritual y góspel en una suerte de joven versión blanca de estos géneros.
Otro de los puntos fuertes de su directo, es la sentida interpretación de su tatuado líder, de voz correcta y sin ese timbre mas rasgado y característico de las grandes bandas sureñas. Aunque la arrastra y modula con decisión y pasión con gran sentimiento en esos temas más espirituales apoyados en largos desarrollos instruméntales con gran presencia de sonido de órgano hammond l y solos de su guitarra solista.
Y así fue transcurriendo el concierto en el que la ausencia del armónica se echo en falta en temas como en el que da título a su último trabajo "Death Letter Jubilee", que aunque cubierta por el órgano, no tiene el mismo feeling blues del original.
Y fuee entre trallazos de soul funk vía James Brown cuando se interrumpió el concierto por una pelea que, ante la indiferencia del personal, fue de una lado a otro del local hasta que los energúmenos involucrados fueron invitados a salir de la sala. Fue entonces cuando la vieja sabiduría sureña fue impartida por su joven líder: "hay gente que no es capaz de aguantar el licor". Amén.
Y quizás ambientados por lo ocurrido y después de “Chicago” uno de sus temas estrella, como demostró el público con entusiasmo, cerraron el concierto con temas de temática etílica como "Drinkin Slow" y "Devils Creek" en sus propias palabras canción sobre la “resaca” en castellano original. Y tras los bises esta trabajadora banda de Nashville finiquito su tercera visita a una ciudad que les tiene enganchados a tenor de las muestras de cariño de su líder. Seguro que su próxima visita no se hace esperar.
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