The 5.6.7.8’s, más conocidas por lo general como “las que cantan ‘Woo-Hoo’ en ‘Kill Bill’”, se pasaron por Barcelona para celebrar sus treinta años de carrera. Desfilaron por el pequeño escenario de una abarrotada sala sobre unos tacones negros brillantes y unos vestidos del mismo color, ajustados y bordados con flores orientales doradas. La cantante y guitarrista Yoshiko se colgó la guitarra, llena de cicatrices de anteriores conciertos. La bajista Omo, de apariencia tímida y sonrisa nerviosa, hizo lo mismo con su bajo azul aguamarina. Ya sentada en la batería, Sachiko aporreó un pequeño gong anunciando el inicio del espectáculo que duró algo más de una hora.
El trío de Tokio arrancó con un potente “I’m Sorry Mama (I’m A Wild One)”. No tardaron en sacar la artillería pesada con “I’m Blue” y el tema por el cual aquella noche era posible, su versión del clásico “Woo-Hoo”. Fue un movimiento arriesgado que no terminó de salirles bien y ni la furia vocal de Yoshiko logró impedir el declive a la mitad del concierto. Después estar tocando rockabilly y garage punk, apostaron por una balada de su último disco “Tanukigoten” (Time Bomb, 14), que apagó el entusiasmo de la sala hasta que a media canción Yoshiko empezó a jugar con la distorsión de los amplificadores y a frotar la guitarra contra el suelo.
Tras el pequeño bajón salvado en el último minuto, las cosas se pusieron algo raras. Las niponas invitaron a su amiga Toshiko para volver a ganarse el público. Le instalaron un micro para que pudiera cantar y menear su vestido con flecos a tiras plateadas que recordaba a las pelucas baratas de fin de año. Su entusiasmo despertó al público, y The 5.6.7.8’s lo aprovecharon para rematar el subidón con “The Barracuda”. Toshiko abandonó el escenario, pero la energía revitalizada del grupo les devolvió la llama necesaria para olvidar el bajón por el que había pasado la actuación y nos siguieron enamorando con su adaptación punk al japonés de “Great Balls Of Fire” de Jerry Lee Lewis.
Hacia el final, las japonesas estaban en plena forma. Yoshiko se atrevió a jugar con el público al estilo Freddie Mercury, y Omo se despojó de la timidez para validar su apodo “Sreaming ‘Omo’ Chellio Panther”. Cayeron temas como “Three Coolchicks” y más versiones de sus admirados clásicos como Chuck Berry. Tras inclinarse y ofrecer tres reverencias sincronizadas, abandonaron el escenario, pero la sala pedía un bis que el grupo no tardó en conceder. Terminaron con un agotador “Bomb The Twist” al que siguió una fase instrumental que las despidió de Barcelona definitivamente.
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