Quique González, cita mítica

Con un doble sold out por delante, la segunda cita consecutiva de Quique González en Madrid durante este fin de semana ya estaba ganada desde los primeros acordes. Correspondían a “La Fábrica”, que a pesar de ser un tema nuevo era acompañado por el público desde el minuto uno con esa fuerza que solo se dedica a los clásicos. Marcado de antemano el tanto de jugar en casa, Quique repetía la jugada de arrasar por partida doble del pasado mes de mayo, y el concierto tenía más de disfrute que de presentación de nuevas canciones, aunque por supuesto éstas fueron las protagonistas desde el comienzo, que continuó con “Parece mentira” y “¿Dónde está el dinero?”, hasta el final.
En total, unas dos horas y media que convertían al concierto en sí mismo en una larga y extensa muestra de agradecimiento del artista con su público por el éxito que “Delantera mítica” ha cosechado durante este año en todos los niveles. Su directo es una prueba fehaciente de que no es casualidad. Adaptando antiguos registros, como los de “Pájaros mojados”, “39 grados” o “La ciudad del viento” a un nuevo sonido que ahora marcan la mandolina y los violines, más cerca de la americana que del pop rock clásico, el repaso que supuso su set list, de hasta 30 canciones incluyendo los bises dejó claro una constante y honesta trayectoria que sin duda se merece saborear este dulce momento.

Si los coros a voces que se sucedieron en cada uno de los temas eran la muestra más palpable de cuánto estaba gozando el público, Quique no fue menos en dejarse llevar y, en el mejor sentido de la palabra, crecerse ante lo que estaba viviendo. Buena responsable de esto es la química que se desprende desde el escenario entre él y la banda que le está acompañando en esta gira, encabezada por Pepo López (Chivo Chivato) y el multi instrumentista Edu Ortega. A todos les reservó un pequeño momento para agradecer su contribución y reconocer su talento. Y en el final, al que reservó “Tenía que decírtelo” y “Dallas-Memphis”, guardó una emotiva dedicatoria a César Pop, músico en la sombra y colaborador habitual del compositor, por su papel en este último álbum.

Poco antes de que terminara, quizá también para dar un respiro a la banda, Quique se guardaba un momento en solitario con su público para las versiones acústicas de “Polvo en el aire” y “De haberlo sabido”. Una parte que, sabiendo que muchos de sus incondicionales estaban repitiendo cita, quiso diferenciar respecto al día anterior. Por mucho que la contención de sus seguidores sea inevitable, y a pesar de que es difícil encontrar algo que reprochar, el concierto deja ganas de formatos menos multitudinarios que, más allá del éxito, le reconozcan con seriedad el lugar que merece.