A veces pasan estas cosas un poco incomprensibles, como que una cantante debutante con un solo disco a sus espaldas y ejecutante de música de raíces vintage llene el aforo de la sala en la que se estrena, en este caso el Antzokia bilbaíno.
Suponemos que el atractivo cartel, cruzado con el acceso a nuevas tecnologías y el enganche con el siempre importante sector femenino, hicieron el resto. Ojalá esto ocurriera más a menudo y este tipo de bandas recibiera la misma atención desde el principio.
Y no me mal interpreten. Nikki Hill y su engrasada banda se merecen esto y mucho más a tenor de lo acontecido el sábado a la noche en su debut bilbaíno. Ejecutantes de un soul de clara ascendencia sureña y aderezado de las especias del primigenio rock & roll y sus ejecutantes mas gritones y salvajes (o R&B, que lo mismo da). Y aunque lo segundo es lo que más se promociona , a nosotros nos pareció que en la balanza pesa más el lado soul. Por supuesto no tenemos ningún problema, más bien al contrario.
Nikki Hill es una joven y poderosa cantante con rajo y profundidad en su voz para enfrentarse con solvencia y sentimiento tanto a los temas mas soul como a los rock & rolles más salvajes, en un registro que la emparenta con pioneras damas como Ruth Brown, Lavern Baker o la pálida Wanda Jackson. Una auténtica aulladora rhythm and blues con impactante imagen gracias al pañuelo turbante que cubre su rizada melena y ese brazo tatuado que le confiere peligrosidad y le hermana con el resto de su banda de piratas.
Al frente de la misma, su marido Matt Hill, un auténtico hacha que domina las suertes, riffs y trucos de los géneros que ejecutan. En él, en su sonido y su increíble interpretación, descansa la otra mitad del show. Siempre preciso, flamígero en sus solos y espectacular en su interpretación, lleva las canciones a los terrenos que quiere y al público de paso con ellas.
Completan la tripulación Ed Strohsahl al bajo y Joe Meyer a los parches, en una contundente base rítmica con la que secundan a los protagonistas de la sesión. Contundentes cuando es necesario, saltarines y bailones cuando el tema lo requiere.
Y es que no nos engañemos, esto es una auténtica banda de bar donde a buen seguro se han curtido en su Sur natal y donde han aprendido todos los trucos de cómo eclipsar a una audiencia, cuando toca apretar el acelerador, cuando toca dejarse la piel y cuando toca relajarse. Unos maestros como demostraron en su visita bilbaína.
Así en la hora inicial revisaron los temas que conforman su debut discográfico “Here's Nikki Hill” (en claro homenaje al debut del shouter de Macon Litte Richard), como “Ask yourself”, “Gotta find my Baby”, “Dont cry anymore”, “Right on the Brink” o “Strapped to the Beat”, aderezado con alguna versión como “Keep your hands off my man” y saltando del soul al rythm and blues y al rock&roll con gran naturalidad, y es que las barreras entre estas músicas sureñas muchas veces solo tienen lugar en la cabeza de quienes las escuchan.
Encararon la recta final del concierto con otro viejo truco de banda de garito y carretera. Si quieres volver a una ciudad y que la próxima vez acuda mas público, déjalo bien alto y el boca-oreja y los entusiastas plumillas harán el resto.
Así, con esta intención, revisaron a dos de los padres fundadores del viejo rock&roll. Por un lado echaron chispas en una incendiaria versión del “Sweet Little Rock and Roller” de Chuck Berry, capaz de sacar los colores a los mismos Wood y Stewart. La voz de Nikki rasgada y chulesca mientras su partenaire Matt Hill demostraba una vez más que buena parte del show descansa en sus flamígeros solos y que terminó con una canónico Duck Walk incluido.
Y aprovechando el reciente aniversario del también superviviente de la primera generación de rock and rollers, Richard Pennyman, nos deleitaron con una bailona versión del “The Girl Can't Help It”, llevada a un terreno más Berry en el plano guitarrístico, (ya se sabe, vasos comunicantes), y con los característicos coros del tema de Little Richard.
Intercalaron entonces “I’ve got a man”, uno de los temas centrales de su único disco, con el abarrotado Kafe Antzokia en plena orgía danzante y con ganas de mas guerra.
Pues eso es lo que se ofrecieron a darnos......caña!!!, vía el éxito de las antípodas “Whole Lotta Rosie” (AC/DC), con la banda a mil revoluciones. Nikki engordando su voz en una versión negra y femenina de Bon Scott, Matt enlazando los pesados riffs de los hermanos Young y la base rítmica cabalgando sobre los desarrollos de sus líderes.
Está claro, nadie se olvidará de volver en su próxima visita por estos lares. Solo hay un problema de corte físico. Si anoche, ante unos debutantes y desconocidos, la sala estaba llena, queda claro que en la próxima visita, y si funciona el boca-oreja, la cosa va a estar complicada. A nosotros ya se nos ocurre que Nikki y sus muchachos podrían visitar dos de los festivales de verano de estos lares. Por un lado, el más rockero de los que se celebran por aquí y por otro, ayer ya podíamos visualizarlos en la Playa de Zurriola en una cálida noche de julio. ¿Quién se llevará el gato al agua? Hagan sus apuestas.
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