Sin duda uno de los conciertos más destacados de un festival Mallorca/Ibiza Rocks por el que este verano han pasado artistas como Mark Ronson, Fatboy Slim, 2Many DJ’s, Metronomy y The Vaccines, el cartel conjunto formado por Katy B y Magnetic Man era un auténtico caramelo para amantes y diletantes del dubstep. Y no sólo pudimos disfrutar de un directo a la altura del ruido generado por el debut de la joint venture de Benga, Skream y Artwork, sino que además el ambiente, mayormente poblado de entregados ingleses con las hormonas en modo géiser, daba fe de la popularidad de un género que ha cruzado el umbral del underground para plantarse a las puertas del mainstream. En parte, gracias a artistas como Katy B, quien demostró por qué es una de las voces femeninas más pujantes de la electrónica británica.
Sin variar de registro vocal, esa suerte de R&B de peso pluma que tan bien ha desarrollado en su álbum de debut, Kathleen Brien va alternando decorados sonoros, yendo del pop a los flirteos dancehall en un popurrí que suena a la vez nuevo y viejo, audaz pero accesible e incluso algo vulgar en algunos momentos, pero siempre efectivo. Más o menos como “On A Mission” (Columbia, 11), cuya mayor virtud ha sido acercar algunos de los ritmos urbanos del underground inglés a un público potencialmente mayoritario.
Algo de eso también hay en la música de Magnetic Man, proyecto en el que tres de los mejores productores de la escena dubstep han encontrado el reconocimiento popular que quizás nunca habrían conseguido por separado. Acompañados de un comedido MC Dread, el trío se dedicó a repasar las canciones de su primer largo, con algunas incursiones en las discografías personales de los integrantes del grupo, en un perfecto ejercicio de equilibrio: a la vez que no renuncian en ningún momento a las señas de identidad del género -atmósferas opresivas, groove ralentizado- es evidente la constante búsqueda de una coartada melódica para enganchar al oyente. El efecto, visto desde fuera, fue espectacular: un público entregado bailando al ritmo de una música no precisamente pensada para bailar -no al menos de una forma convencional-. Cuando Katy B volvió al escenario para cerrar el concierto junto a ellos, Magnetic Man ya se habían metido a todo el mundo en el bolsillo: a unos, a base de músculo y subgraves, a los otros, gracias a robustez de un discurso musical labrado durante más de una década por separado y ahora convertido en artefacto semi-pop.
Todavía faltan unos cuentos conciertos más para que Mallorca/Ibiza Rocks termine (Madness, The Streets, Noah & The Whale), pero sin duda la de Magnetic Man será una de las actuaciones más consistentes de la temporada.
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