Canciones al servicio de una historia

En una noche dedicada a contar historias y a celebrar reencuentros, "soldouts" y la salida de un disco que ha roto moldes (o, al menos, los moldes que tenían establecidos desde la banda) Love of Lesbian no pudo olvidar la muerte de Prince. Balmes y los suyos, sin querer creer aún la noticia que habían estado siguiendo de cerca desde el camerino de La Riviera, dedicaron “Seres únicos” al icono del pop que fallecía ayer en su casa de Minneapolis. Pero no nos confundamos, lo de “Seres únicos” no fue la tónica dominante de un concierto, el primero de tres con entradas agotadas que los catalanes ofrecerán en la Riviera de Madrid durante los próximos días, que estuvo marcado por nuevo repertorio, una cuidada puesta en escena y un directo alejado del concepto erótico-festivo que ha venido arrastrando la formación. “Esperamos que os guste el repertorio que hemos preparado para vosotros, y si no, pues…Volveremos en otra ocasión con otro repertorio”, explicaba Santi Balmes a un incondicional público que cantó del mismo modo “Planeador”, de su último trabajo, que “Maniobras de escapismo”, ya casi un clásico. Un fan de Love of Lesbian lo es por encima de los discos y la existencia o no de estribillos pegadizos.

Lo de anoche en La Riviera fue un concierto mucho más cercano a aquellos directos que vimos en la gira de “Espejos y espejismos” que Love of Lesbian realizó a finales de 2014 por teatros y recintos más pequeños. Tesituras mágicas que se han recuperado en su último disco, “El poeta Halley”, pero también en esta gira, y que son culpables de adaptaciones como la de “Segundo asalto”. Interpretada a voz y guitarra, la de Julián Saldarriaga, casi hasta el final del tema, cuando el resto de la banda entra para dar un pequeño giro eléctrico. Del frío de una de las composiciones más reseñables de “La noche eterna. Los días no vividos”, aunque con el mundo de los sueños aún presente, La Riviera pasó al calor de una accidentada “Océanos de sed”, que hubo que parar y volver a iniciar. “Creo que algo falla, vamos a volver a empezar de cero ¿vale? Perdonadnos, es el primer día”, se disculpaba el frontman. El juego de luces y las proyecciones ayudaron a ponernos en situación y a seguir unas canciones intencionadamente largas que se pusieron al servicio de una inocente historia. Ya no hay alocados disfraces sobre el escenario. Parece como si el amante guisante que hemos conocido hasta ahora haya crecido (que no madurado, porque sigue siendo un niño) y se haya convertido en un poeta que sigue surcando el planeta con el amor y la búsqueda de inspiración por bandera.

No obstante, matices y escenografías a un lado, anoche vimos a una potente banda sobre el escenario. Una banda que además contó con el omnipresente Ricky Falkner, que hizo brillar la acústica en temas como “Noches reversibles”. Y que nos puso la piel de gallina en otros como “Allí donde solíamos gritar”. Una banda que tocó canciones que ya forman parte del imaginario colectivo de muchos jóvenes que se han hecho adultos escuchando los discos de Love of Lesbian. Y ellos, Love of Lesbian, son conscientes de eso “Espero, aunque sé que es así en muchos casos, que esta canción forme parte de vuestra vida”, anhelaba Balmes antes de entonar los primeros versos de “Oniria e insomnia”.

El espíritu lesbiano original, el que algunos esperaban desde el inicio de la noche, se apoderó del escenario cuando se acercaba el final del concierto. Arrancándose la camisa, Santi Balmes comenzó con “El yin y el yen” una batería de hits que continuaron con el desenfreno de otros temas como “1999”, “Belice”, “Si tú me dices Ben yo digo Affleck” o “Algunas plantas” ¡Ah!, no faltó, (no podía, de hecho) “Club de fans de John Boy”.