Varios son los factores que han hecho del Purple Weekend un festival indestructible. El compromiso del sector de la hostelería leonesa, ya sea por militancia o sencillamente por cuadrar sus cuentas de resultados, junto a la apuesta del Ayuntamiento de la ciudad por aumentar el turismo a través de eventos musicales diseñados a escala real, son razones que han servido para consolidar el festival pero, el principal fundamento, son los cimientos sobre el que fue construido: conocimiento apasionado de la música pop contemporánea, criterio artístico bien definido y trabajo, mucho trabajo.
El resultado está a la vista, el Purple Weekend ha conseguido crear esa imagen de marca tan buscada por los gurús del márketing que transmite confianza a sus clientes y les ofrece aquello que están esperando. Así es, y aquí todo gira en torno a la música y la cultura pop.
Conciertos en bares y espacios multiusos, sesiones de baile con acreditados dj’s que guardan tesoros en sus maletas, exposiciones, mercadillos y rutas en scooter son, desde su origen, la esencia del Purple Weekend.
Veinte grupos visitarán León en esta nueva edición entre los que se encuentran The Long Ryders con Sid Griffin y Stephen McCarthy al frente.
A ellos les corresponde un lugar de honor en el nacimiento del llamado paisley-underground, corriente musical que significó una puesta al día de la psicodelia sesentera californiana, con su debut “10-5-60” (1983), y del Nuevo Rock Americano gracias a “Native Sons” (1984), término que actualmente podría asociarse con el “Americana” popularizado por Ryan Adams y Wilco.
Otras presencias a celebrar son el reencuentro de The Loved Ones tras una larga separación,
y las de dos grupos fetiche de Stiff Records. Any Trouble y Wreckless Eric formaron parte de este sello independiente clave en el auge de la nueva ola británica y primer hogar también de Elvis Costello, Ian Dury, Madness o Kirsty McColl.
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