Tom Vek afina talento, apura opciones y se despacha a gusto en el que es su tercer disco de estudio en apenas diez años. Una entrega que incluye un total de once cortes distribuidos entre notables y excelentes, dotados siempre de una gran pegada individual pero incapaces a su vez de focalizar un elemento común que sirva como argumento lógico de la obra. Así “Luck” resulta anárquico e incluso caótico, pero a cambio presume orgulloso de la valía independiente de sus piezas. El británico acomete con igual pulso el pop electrónico de tintes industriales a lo Twin Shadow que las reminiscencias de los 90 deudoras de Built To Spill o Pavement, incluyendo también puntuales pinceladas intimistas o exóticas. El presente álbum alberga la mejor colección de canciones firmada por su autor hasta la fecha, a la que precisamente sólo se le puede reprochar un exceso de impetuosa aleatoriedad.
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